sábado, 2 de marzo de 2019

Encontrando la verdadera esencia en tiempos confusos

Cada persona encierra miles de historias. Son las historias de todos sus antepasados y el conjunto de interpretaciones que su mente individual le ha dado a toda las experiencias que le han tocado vivir.



Nos ha tocado vivir en una época de mucha nubosidad sobre nuestros instintos. Corren tiempos de neutralidad de géneros, en donde los roles se intercambian y la fisiología se reta con cirugías y terapias diversas.

Nunca antes habíamos tenido tan fácil acceso a la comunicación con personas en cualquier parte del mundo ni respuestas tan inmediatas a nuestras dudas acerca de hechos del pasado o del presente. Esto puede llevarnos a tener momentos de claridad seguidos de períodos de confusión.

El gran reto

El mayor obstáculo a vencer es el de centrarnos en un lugar de claridad en el que no dudemos de nuestra verdadera esencia. Hay personas que pasan por la vida sin cuestionar su rol en la familia, el trabajo y la sociedad en general. Muchos nacen y pasan por la vida disfrutando del día a día y mueren en paz con lo la forma como utilizaron sus días en el plano terrenal. A otros nos toca llegar a callejones sin salida que hacen que busquemos rutas alternativas para seguir en el camino de la vida. 

Las opciones que tenemos para cambiar de rumbo en nuestra existencia son diversas. Desde la emigración que implica un cambio de condiciones externas, hasta la exploración interna que impone cuestionamientos acerca de nuestros comportamientos y creencias, los seres humanos reaccionamos de manera diferente ante los retos que enfrentamos en nuestras vidas. 

¿Cuáles son algunos de estos retos? La muerte de un ser querido, la ruina financiera, la aparición de una enfermedad crónica, una infidelidad, la traición de un socio y la decepción causada por alguna figura paterna a quien admirábamos, son ejemplos de situaciones que nos hacen sentir incómodos y nos sacan del status quo de nuestras cómodas rutinas. 

La presión a ser feliz

La sociedad de hoy impone una felicidad individual basada en logros profesionales, financieros y familiares. No hay excusas, las redes sociales están abarrotadas con ejemplos de personas que han superado traumas, desventajas físicas o intelectuales y se han convertido en profesionales bien pagados y con fama mundial. 

¿Y qué pasa si eres una persona sin tantos retos visibles que no ha logrado la misma fama o nivel de ingreso? ¿Te sientes mediocre por cumplir un rol que es considerado "simple" en las redes sociales? No eres el único. El contenido seleccionado por las personas para publicar en su Instagram solo muestra momentos de sonrisas y alegría. Pero todos sabemos que para apreciar una sonrisa es necesario antes haber vivido las lágrimas. A los bebés les hacemos morisquetas cuando lloran para deleitarnos con su risa. 

En la vida todo se presenta en pares opuestos. La alegría se opone a la tristeza, el miedo se opone al amor, no el odio. Además de sentimientos contrarios, hay situaciones antagónicas como justicia y paz, igualdad de oportunidades contra discriminación y así muchas más. 

Búsqueda de justicia

Los extremos son necesarios para alcanzar un equilibrio. Todos sabemos que no podemos estar en un estado de alegría constante, ni de paz, pero tampoco de tristeza, ni de rabia. Hasta los sentimientos o situaciones más extremas colapsan o se replegan para darle tiempo al cuerpo y a la mente de descansar y recuperarse para poder seguir funcionando. 

La rabia, por ejemplo, es una fuerza necesaria para lograr que se haga justicia en muchos casos. Ha sido esta la base de movimientos que han dado paso a mejoras de condiciones para trabajadores o el derecho a votar para las mujeres. La indignación lleva a organizarse y elevar voces hasta que el sistema elabora las leyes que van a mejorar la situación de injusticia para un grupo de individuos.

La rabia reprimida por muchos años ha dado paso a legislaciones para eliminar la categorización según dos géneros y hacerlo todo mucho más neutro. Es una extensión del final de la discrimación por color de piel o una forma más refinada de dar igualdad de derechos en todos los aspectos a todas las personas. Así, no hay códigos de vestimenta según el género ni discriminación por la inclinación sexual.

Y sin embargo

Sin embargo, en nuestro afán de lograr que las mujeres voten o estudien o sean remuneradas en puestos ejecutivos y académicos o se conviertan en empresarias, a veces discriminamos a las que eligen honrar el legado de las bisabuelas de dedicarse a la familia por completo. Hemos restado valor a rituales de nuestros ancestros que ahora están siendo recomendados como parte de terapias holísticas a enfermedades crónicas padecidas por un creciente número de personas. 

En nuestro afán de cumplir con las imposiciones para ser feliz todos los días, generar un cierto ingreso monetario o conocer un cierto número de países a cierta edad, hemos abandonado las cosas pequeñas del día a día que nutren nuestro cuerpo y nuestra alma. Sí, todos tenemos alma, una energía invisible que la sentimos entre el corazón y la boca del estómago cuando estamos enamorados o lastimados emocionalmente. 

La higiene, el orden, la buena alimentación son básicas para poder ser felices y exitosos. Estos aspectos de nuestra cotidianidad no pueden ser comprados. Debemos dedicar parte de nuestra energía por lo menos a organizar lo que se queda y lo que se renueva o se cambia con respecto estas necesidades básicas. 

El equilibrio

Lo importante es mantener un equilibrio entre lo que realmente queremos y lo que está disponible como opciones de vida. A veces tener claro lo que no queremos es también una manera de revelarnos contra las imposiciones sociales o culturales. Miremos hacia el pasado y honremos el legado de nuestros ancestros, quienes, sin tanto conocimiento científico, respetaban el conocimiento de las prácticas que habían hecho que sus antepasados sobrevivieran a los retos de sus alrededores y de sus propios familiares.